El próximo lunes 2 de noviembre, y en el marco de las celebraciones por la visita de las reliquias de Don Bosco a Paraguay, se presentará un gran espectáculo musical denominado “Bosco, en nombre de Dios”, con cantos, danza y una obra teatral que representa la vida y el amor de Juan Bosco por la juventud, compuesto por un elenco de artistas de primera calidad que vienen de Argentina, especialmente para la ocasión.
El espectáculo se realizará en el Teatro Paraguayo Japonés a las 20:30, con entrada gratuita para todos los feligreses.
La apertura lo efectuará la Orquesta Infanto Juvenil de Don Bosco, luego, el Padre Inspector Walter Jara dará la bienvenida, y posteriormente se realizará la obra central, según el programa.
Resumen sobre la obra “Bosco, en nombre de Dios”
La obra nace en 1988 para solemnizar el Centenario de la muerte de Don Bosco, en la inspectoría salesiana de Bahía Blanca, Argentina.
En 1995, el Padre Ricardo Campoli, salesiano, obtiene la autorización del autor para adaptar la obra focalizando la figura de Don Bosco en una perspectiva más histórica.
Agregando algunos elementos y personajes con el objetivo de hacer más comprensible la figura del protagonista a aquellos que lo conocían sólo como un “santo”. Con estos arreglos, la obra se puso en escena en el 2008 por más de 9 presentaciones.
Don Bosco, un santo que conmueve
Hace 121 años Don Bosco llegaba al Cielo. A pesar del tiempo transcurrido, la obra por él iniciada sigue en marcha, acunando los sueños de millones de personas en el mundo entero, y despertando a los jóvenes a una realidad mejor.
La figura de Don Bosco suscita el interés reservado a las grandes personalidades. Son incontables las biografías publicadas y los estudios críticos de su accionar. Sobre Don Bosco hay canciones, películas, audiovisuales y cerca de cuatro millones de páginas web que lo incluyen como dato saliente.
El Musical “Bosco, en nombre de Dios” no es una biografía. Es solo la visión parcial de un autor particular. La adaptación que presentamos ahora puede ser válida para que, quienes ya conocen a Don Bosco, compartan sobre él una mirada nueva, y quienes aún no saben mucho sobre este santo, puedan dar un primer paso en su conocimiento.
Apenas para contextualizar los cuadros del Musical, ofrecemos algunas aspectos biográficos que pueden resultar interesantes.
Don Bosco y el teatro
Como educador de los jóvenes, Don Bosco cultivó con énfasis los juegos, la música, los paseos y el teatro.
El tiempo de recreo es, en el ambiente salesiano, el momento de distensión y de renovación corporal. También es expresión de la energía juvenil, de la libertad, de la confianza de familia, de la alegría de vivir en gracia de Dios.
Una de las frases favoritas de Don Bosco era: “Sé alegre”. La experiencia le enseñaba que, donde no se juega, reinan el aburrimiento y el ocio, que son malos consejeros.
Don Bosco amaba el canto. Además, mientras era estudiante aprendió algo de violín, piano y órgano. De esa manera podía componer algunos cánticos y ensayarlos con los jóvenes del Oratorio. Durante los paseos en las cercanías de Turín, los muchachos cantaban canciones con entusiasmo, acompañados de un tambor y una trompeta.
Otra actividad a la que dedicó sus esfuerzos fue el teatro. Él mismo escribía y dirigía las primeras obras presentadas en el Oratorio. Para Don Bosco, el teatro debía distraer y educar. El arte dramático también permitía a los jóvenes encontrar una manera nueva de expresarse. Cuando el Oratorio salía de paseo a algún pueblo cercano, era muy habitual que, recurriendo a los pocos medios que hubiera en el lugar, los chicos representaran en la plaza alguna pequeña obra para alegría de los pobladores.
La sociedad de la alegría
Cuando Juan Bosco contaba alrededor de 15 años, y aún era estudiante en la localidad de Chieri, fundó entre sus amigos la Sociedad de la Alegría, un grupo de jóvenes que tenían como objetivo cumplir bien con los deberes escolares y religiosos, evitar las malas acciones y estar siempre alegres, multiplicando las acciones de servicio a favor de sus compañeros. Los paseos, los juegos, las carreras, el canto y la oración eran expresiones de esa identidad. En la óptica del Musical, en la Sociedad de la Alegría pueden rastrearse algunas de las ideas que Don Bosco buscaría desarrollar luego en la Sociedad Salesiana.
Don Bosco y la política
Don Bosco trabajó para formar ciudadanos honrados que estuvieran comprometidos con la sociedad en que vivían. El trabajo con los jóvenes más pobres le permitió conocer la explotación que sufrían a manos de sus patrones. Fue el primero en Italia en exigir la firma de contratos justos, que resguardaran los derechos de los más débiles. Los primeros contratos fueron escritos de su puño y letra. Esta labor social hizo que algunos sectores lo miraran con desconfianza y que otros no lo comprendieran. En el Musical, esas posturas están representadas en especial por el Político y la Marquesa de Barolo, respectivamente. En la vida real, Don Bosco tuvo que soportar que la autoridad municipal lo vigilara, y que el Oratorio fuera allanado por la policía en más de una ocasión, buscando cartas, escritos o documentos impresos que lo comprometieran con el accionar de los nacientes partidos de izquierda. Sin embargo, Don Bosco siempre se mantuvo fiel a la Iglesia, fervoroso defensor del Papa. Afirmaba con sencillez que su política era la del Padrenuestro, que no es otra cosa que la construcción del reino de Dios en medio de la historia.
Los sueños de Don Bosco
Don Bosco fue un soñador incorregible, capaz de concretar grandes proyectos a pesar de numerosas dificultades. También, y en un sentido más estricto, podemos decir que muchos sueños tuvieron una influencia decisiva en su vida. Visiones acerca del futuro, del estado espiritual de algunos chicos, de las misiones, de algunos sucesos trágicos por venir, se sucedieron a lo largo de los años. En el Musical, vemos a un Don Bosco atribulado y sufriente por el peso de estos sueños que no siempre comprende. Es uno de los cuadros donde la realidad humana del santo se pone de relieve con más claridad. Solo el auxilio de la gracia le permite seguir adelante, confiando en que “a su tiempo, todo lo comprenderás”.
Una guía cuadro por cuadro
Cuadro 1: Obertura
Dos periodistas buscan lograr una nota que les permita alcanzar un ascenso en el diario donde trabajan. Frustrado su intento inicial, deciden entrevistar a Don Bosco. Un rápido pantallazo nos permite conocer una primera respuesta a la pregunta “¿quién es Don Bosco?” Luego, es el mismo Don Bosco quien nos muestra cuál ha sido su manera de enfrentarse a la realidad cotidiana que lo desafía.
Cuadro 2: Los Aristócratas
El accionar de Don Bosco, comprometido con la realidad en que vive, despierta el recelo y la oposición de muchas personas. Se multiplican las acusaciones de “loco”, “revolucionario”, “hereje”… Incluso algunos que tienen buenas intenciones no lo comprenden. Aún con dolor, y dejando de lado ofertas de trabajos más tranquilos, él se mantiene firme en la convicción de cuál es su tarea.
Cuadro 3: Los sueños
Condensados en pocos minutos, vemos los rasgos salientes de algunos de los sueños principales de la vida de Don Bosco. Por primera vez él se muestra confundido, casi sin saber cómo hacerle lugar a esos sueños dentro de la vida real. Son “sueños de Dios”, y por eso mismo cuestionan y conmueven.
Cuadro 4: Confesión
En este cuadro, es la realidad juvenil la que interpela a Don Bosco. Los jóvenes, con ideas y sentimientos reales, es decir, complejos y a veces contradictorios, exigen que aquél que quiera trabajar por ellos se entregue por entero, y ofrezca como única respuesta aceptable su propia vida, acosada por las dudas y los miedos, pero asentada también, por la gracia de Dios, en algunas certezas.
Cuadro 5: María
Uno de los puntos más notables en la vida de Don Bosco fue su inquebrantable devoción a la Virgen. Ese es un legado valioso que han abrazado con amor millones de jóvenes a lo largo del tiempo. El amor a María conduce de manera natural al amor de Dios, que nos ha regalado a María como Madre. Ante la confusión manifestada en los cuadros anteriores, Don Bosco ofrece como respuesta la oración confiada que sienta las bases para desarrollar una acción comprometida en favor de los demás.
Cuadro 6: Misiones
Ya desde los comienzos de su obra, Don Bosco soñaba con extender su acción a los rincones más alejados del mundo. Soñó con la Patagonia antes aún de conocer ese nombre. Este impulso misionero, esta obsesión por hacer conocer el amor de Cristo, es una señal de identidad inseparable del carisma salesiano. Don Bosco fue un gran santo porque entendió que en soledad no podía hacer nada. Los sueños que él tuvo fueron soñados también por mucha gente que, igual que Don Bosco, entregó su vida para hacerlos realidad.
Cuadro 7: En nombre de Dios
Don Bosco, al final de su vida, conoce lo que es la fama y la popularidad. Para muchos, era un santo viviente. Sin embargo, él mismo no se mira de esa manera. Se siente, por el contrario, apenas un sacerdote “que se ha preocupado en demostrar su amor”. Ese es el mensaje final de su existencia. El amor es el secreto que le ha permitido entregar su vida por los demás y lograr que esa entrega produzca frutos. Es ese amor el que nos permite pensar que aún está vivo entre nosotros, y que su santidad es muy cercana, bien al alcance de nuestras manos.
Cuadro 8: Final
El encuentro con un santo como Don Bosco cambia la manera de entender la vida de los periodistas que nos acompañaron a lo largo de la obra. Ahora, ellos también son capaces de levantar la cabeza de sus preocupaciones o proyectos personales para ver las necesidades de los demás y comprometerse con ellos. Parece imposible vivir toda la vida con actitud de servicio, pero otra vez la voz de Don Bosco resuena para decirnos que “en la fe de Cristo hemos aprendido que lo imposible es lo posible”. Su vida entera ha sido la prueba de esta verdad.
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