“Entregó hasta su último aliento”

Argentina - 01 de Septiembre, 2009 - Ramos Mejía se vistió de gala y recibió al Padre y Maestro de la juventud que se hizo presente en la comunidad del colegio Don Bosco y pasó la noche en el Centro de Espiritualidad Juvenil (CEJ) junto con los jóvenes que se acercaron a contagiarse de su entrega.

El lunes 31, pasadas las 20.30 en la templo parroquial con la hermosa pintura de María Auxiliadora, se pudo apreciar la “Cantata a San Juan Bosco” interpretada por el Coro Padre Lambruschinni, el Coro de niños del Colegio Don Bosco y la Orquesta de Cámara Sinfonietta Bonaerina, que le dieron un toque mágico a la jornada.

A su término, cerca de las 22 hs. se peregrinó por las calles del perímetro de la Obra hasta el CEJ, acompañados por la banda de exploradores que entonó canciones salesianas en el recorrido. Una multitud acompañó a la urna que arribó minutos más tarde para disponerse a comenzar la misa de inicio de esta noche de oración, reflexión y contemplación, pensada para aprovechar la presencia de Don Bosco en un sentido profundo.

El Padre Eduardo Meana animó este momento y presidió la misa que comenzó a las 23 hs. con las lecturas del Jueves Santo, donde se destaca el servicio, porque Don Bosco, al igual que Cristo en la Última Cena, dijo simbólicamente con su ejemplo de vida “Este es mi cuerpo y elijo estar con ustedes”.

Una intensa emoción se apoderó del recinto y el P. Meana con lágrimas en los ojos narró la experiencia de Don Bosco de tener el cuerpo gastado por tanto trabajo y que hoy tenemos la oportunidad de contemplar. Esas mismas manos que tanto trabajaron por los jóvenes “hasta su último aliento”. También invitó a la reflexión “¿Dónde deja huella nuestro cuerpo?, ¿Lo entregamos para servir o nos lo guardamos?” e instó a vivir con el estilo de Don Bosco: “El que quiera a Don Bosco que se ponga a servir a los demás”. Por eso al final de esta conmovedora misa, los sacerdotes hicieron el gesto de lavar los pies de los chicos y chicas, como signo de servicio y entrega, modelo de Juan Bosco.

A lo largo de la noche a cada hora se rezó el Rosario y también, en horarios distintos, cada una hora se hizo un pequeño momento de reflexión con canciones. Melodías de Taizé, contemplativas, acompañaron la noche de oración con la imagen de Don Bosco, generando momentos profundos de oración y reflexión. También al lado de la urna una había una vasija para que cada joven pueda hacer el gesto de lavarle los pies a otra persona, como signo de servicio y entrega.

Esta vez la figura de Don Bosco no nos llevó solo a festejar, sino que su presencia nos ayudó a meditar sobre las cosas trascendentales de la vida, de la vocación, del servicio, de la misión, del llamado, y de esta manera reconocer y agradecer a Don Bosco por tanta entrega sin medir las consecuencias.

Fuente: www.encaminocondonbosco.com.ar

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